El Salmo 27 (26) católico fue extraído de la Liturgia de las Horas, aprobada por la Conferencia Episcopal Mexicana, también conocido por ser un salmo de protección y confianza en Dios ante el peligro.
Salmo 27 Biblia Católica
El Señor es mi luz y mi salvación,
¿a quién temeré?
† El Señor es la defensa de mi vida,
¿Quién me hará temblar?
Cuando me asaltan los malvados
para devorar mi carne,
ellos, enemigos y adversarios,
tropiezan y caen.
Si un ejército acampa contra mí,
mi corazón no tiembla;
si me declaran la guerra,
me siento tranquilo.
Una cosa pido al Señor,
eso buscaré:
habitar en la casa del Señor
por los días de mi vida;
gozar de la dulzura del Señor
contemplando su templo.
Él me protegerá en su tienda
el día del peligro;
me esconderá en lo escondido de su morada,
me alzará sobre la roca;
y así levantaré la cabeza
sobre el enemigo que me cerca;
en su tienda sacrificaré
sacrificios de aclamación:
cantaré y tocaré para el Señor.
Salmo 27 Confianza en el Señor ante el peligro
La tradición a marcado este salmo como uno solo, ya que se solía dividir en dos, por un lado del versículo 1 al 6 y por otro del 7 al 14, aunque cada parte podría entenderse como completa por sí solas.
Afirmando la esperanza ilimitada de que Dios traerá rescate ( Sal 27: 1 – 3 ), el salmista anhela la presencia de Dios en el Templo, protección de todos los enemigos ( Sal 27: 4 – 6 ). En la parte 2 hay un claro cambio de tono ( Sal 27: 7 – 12 ); el clímax del poema llega con “creo” ( Sal 27,13 ), haciendo eco de “confío” ( Sal 27,3 )
Cuando el salmo dice «Para devorar mi carne» ya habíamos escuchado esto en los Salmos 7, 3; 17,12; 22, 14,
El Buscar su rostro nos habla de estar en comunión con Dios en su Santo Templo, pues el idioma se basa en la mera práctica de viajar a los lugares sagrados como en Oseas 5, 15; 2 de Samuel 21,1 o en el Salmo 24, 6.
La tierra del vida es un epíteto del Templo de Jerusalén (Salmo 52,7; 116,9, Is 38, 11) en donde los fieles son aquellos que tienen acceso a la presencia de Dios vivificante.