El siguiente Salmo 112 católico fue extraído de la Liturgia de las Horas, aprobada por la Conferencia Episcopal Mexicana:
Salmo 112 – Biblia católica
Alabad, siervos del Señor, alabad el nombre del Señor. Bendito sea el nombre del Señor, ahora y por siempre: de la salida del sol hasta su ocaso, alabado sea el nombre del Señor. El Señor se eleva sobre todos los pueblos, su gloria sobre los cielos. ¿Quién como el Señor, Dios nuestro, que se eleva en su trono y se abaja para mirar al cielo y a la tierra? Levanta del polvo al desvalido, alza de la basura al pobre, para sentarlo con los príncipes, los príncipes de su pueblo; a la estéril le da un puesto en la casa, como madre feliz de hijos.
Salmo 112 católico
Un poema acróstico que detalla las bendiciones recibidas por aquellos que permanecen cerca de Dios por la obediencia a los mandamientos. Entre sus bendiciones están los hijos ( Sal 112: 2 ), la riqueza que les permite ser magnánimos ( Sal 112: 3 , 5 , 9 ) y la virtud con la que animan a los demás ( Sal 112: 4 ). El justo es una afrenta al impío, cuyas esperanzas quedan incumplidas ( Sal 112: 10 ). La lógica se parece al Sal 1 ; 111.
En este himno de alabanza, el salmo 112, se declara la especial providencia que tiene Yahvé sobre los humildes a pesar de su excelsa majestad. Este salmo es el primero de la serie (112-117) que constituye el «gran Hallel», por empezar con la exclamación litúrgica «aleluya» («Alabad a Yahvé»). Estos seis salmos se cantaban en las grandes fiestas del año -Pascua, Pentecostés, Tabernáculos y Dedicación del templo- y en los novilunios, o principios de mes, excepto el primero de año.
Este salmo constituye como «el punto de unión entre el cántico de Ana (1 Sam 2,1-10) y el Magníficat de la Virgen (Lc 1,46-55)» (Perowne). Se divide en tres estrofas: vv. 1-3, 4-6 y 7-9. El estilo es sencillo, pero muy fluido y elegante.