A ti, oh Dios, te alabamos, a ti, Señor, te reconocemos. A ti, eterno Padre, te venera toda la creación. Los ángeles todos, los cielos y todas las potestades te honran. Los querubines y serafines te cantan sin cesar: Santo, Santo, Santo es el Señor, Dios del universo. Los cielos y la tierra están llenos de la majestad de tu gloria. A ti te ensalza el glorioso coro de los Apóstoles, la multitud admirable de los Profetas, el blanco ejército de los mártires. A ti la Iglesia santa, extendida por toda la tierra, te proclama: Padre de inmensa majestad, Hijo único y verdadero, digno de adoración, Espíritu Santo, Defensor. Tú eres el Rey de la gloria, Cristo. Tú eres el Hijo único del Padre. Tú, para liberar al hombre, aceptaste la condición humana sin desdeñar el seno de la Virgen. Tú, rotas las cadenas de la muerte, abriste a los creyentes el reino del cielo. Tú te sientas a la derecha de Dios en la gloria del Padre. Creemos que un día has de venir como juez. Te rogamos, pues, que vengas en ayuda de tus siervos, a quienes redimiste con tu preciosa sangre. Haz que en la gloria eterna nos asociemos a tus santos. Salva a tu pueblo, Señor, y bendice tu heredad. Sé su pastor y ensálzalo eternamente. Día tras día te bendecimos y alabamos tu nombre para siempre, por eternidad de eternidades. Dígnate, Señor, en este día guardarnos del pecado. Ten piedad de nosotros, Señor, ten piedad de nosotros. Que tu misericordia, Señor, venga sobre nosotros, como lo esperamos de ti. En ti, Señor, confié, no me veré defraudado para siempre.
La oración de Te Deum es una oración plenamente de Alabanza. Es una de las oraciones que se ve tan grande pero que, conforme te adentras a ella, se vuelve fácil de orar.
Inicialmente se creía que Esta oración la había improvisado San Ambrosio de Milán junto San Agustín mientras bautizaban a éste último Santo, aunque estudio recientes ha confirmado que la oración la realizó Aniceto de Remisiana en el Siglo IV.
Te Deum en Latín
Originalmente se escribió en latín, y aquí te presento el texto:
Te Deum laudamus: te Dominum confitemur. Te aeternum Patrem, omnis terra veneratur. Tibi omnes angeli, tibi caeli et universae potestates: tibi cherubim et seraphim, incessabili voce proclamant: Sanctus, Sanctus, Sanctus Dominus Deus Sabaoth. Pleni sunt caeli et terra maiestatis gloriae tuae. Te gloriosus Apostolorum chorus, te prophetarum laudabilis numerus, te martyrum candidatus laudat exercitus. Te per orbem terrarum sancta confitetur Ecclesia, Patrem immensae maiestatis; venerandum tuum verum et unicum Filium; Sanctum quoque Paraclitum Spiritum. Tu rex gloriae, Christe. Tu Patris sempiternus es Filius. Tu, ad liberandum suscepturus hominem, non horruisti Virginis uterum. Tu, devicto mortis aculeo, aperuisti credentibus regna caelorum. Tu ad dexteram Dei sedes, in gloria Patris. Iudex crederis esse venturus. Te ergo quaesumus, tuis famulis subveni, quos pretioso sanguine redemisti. Aeterna fac cum sanctis tuis in gloria numerari. Salvum fac populum tuum, Domine, et benedic hereditati tuae. Et rege eos, et extolle illos usque in aeternum. Per singulos dies benedicimus te; et laudamus nomen tuum in saeculum, et in saeculum saeculi. Dignare, Domine, die isto sine peccato nos custodire. Miserere nostri, Domine, miserere nostri. Fiat misericordia tua, Domine, super nos, quem ad modum speravimus in te. In te, Domine, speravi: non confundar in aeternum.
¿Qué es la misa Te Deum?
En algunos países de Latinoamérica como Perú,
Argentina, Chile, Colombia, Bolivia, Panamá, Paraguay, Guatemala, República Dominicana y Ecuador celebran una misa con este himno a mitad de la celebración Eucarística.
Esta celebración enmarca su historia en el año de 1821, cuando José de San Marín pide esta misa para bendecir el fin de la etapa colonial española en Perú, quedando así como tradición al día de hoy.
Esta misa se celebra en esos países el 28 de Julio.
El Te Deum también lo reza el Santo Padre cada 31 de diciembre, a pocas horas de que termine cada año.