Dichosos los que, oyendo la llamada de la fe y del amor en nuestra vida creísteis que la vida os era dada para darla en amor y con fe viva.
Dichosos, si abrazasteis la pobreza para llenar de Dios vuestras alforjas, para servirle a Él con fortaleza, con gozo y con amor a todas horas.
Dichosos mensajeros de verdades, que fuisteis por caminos de la tierra, predicando bondad contra maldades, pregonando la paz contra las guerras. Dichosos, del amor dispensadores, dichosos de los tristes el consuelo, dichosos de los hombres servidores,
dichosos, herederos de los cielos.
Amén
(L.H. III).